Ejército de los Andes: baqueanos, soldados, oficiales, arrieros.

 

Baqueano

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"El Baqueano", Juan Manuel Blanes (óleo, 1875).

Baqueano o baquiano es un término americano utilizado para designar a una persona conocedora de los caminos y atajos de un terreno, sus características físicas y el idioma y costumbres de su población, a la que habitualmente pertenece. Por extensión se aplica a cualquiera que resulta particularmente hábil y experto para una tarea.










Descripción de Domingo Faustino Sarmiento.

"El Baqueano es un gaucho grave y reservado que conoce a palmos veinte mil leguas cuadradas de llanuras, bosques y montañas. Es el topógrafo más completo, es el único mapa que lleva un general para dirigir los movimientos de su campaña. El Baqueano va siempre a su lado. Modesto y reservado como una tapia, está en todos los secretos de la campaña; la suerte del ejército, el éxito de una batalla, la conquista de una provincia, todo depende de él. El Baqueano es casi siempre fiel a su deber; pero no siempre el general tiene en él plena confianza. Imaginaos la posición de un jefe condenado a llevar un traidor a su lado y a pedirle los conocimientos indispensables para triunfar. Un Baqueano encuentra una sendita que hace cruz con el camino que lleva: él sabe a qué aguada remota conduce: si encuentra mil, y esto sucede en un espacio de mil leguas, él las conoce todas, sabe de dónde vienen y adónde van. El sabe el vado oculto que tiene un río, más arriba o más abajo del paso ordinario, y esto en cien ríos o arroyos; él conoce en los ciénagos extensos un sendero por donde pueden ser atravesados sin inconveniente, y esto, en cien ciénagos distintos."

"En lo más oscuro de la noche, en medio de los bosques o en las llanuras sin límites, perdidos sus compañeros, extraviados, da una vuelta en círculo de ellos, observa los árboles; si no los hay, se desmonta, se inclina a tierra, examina algunos matorrales y se orienta de la altura en que se halla; monta en seguida, y les dice para asegurarlos: "Estamos en dereceras de tal lugar, a tantas leguas de las habitaciones; el camino ha de ir al sud"; y se dirige hacia el rumbo que señala, tranquilo, sin prisa de encontrarlo, y sin responder a las objeciones que el temor o la fascinación sugiere a los otros."

"Si aún esto no basta, o si se encuentra en la Pampa y la oscuridad es impenetrable, entonces arranca pastos de varios puntos, huele la raíz y la tierra, las masca, y después de repetir este procedimiento varias veces, se cerciora de la proximidad de algún arroyo salado o de agua dulce, y sale en su busca para orientarse fijamente. El general Rosas, dicen, conoce por el gusto el pasto de cada estancia del sud de Buenos Aires."

"Si el Baqueano lo es de la Pampa, donde no hay caminos para atravesarla, y un pasajero le pide que lo lleve directamente a un paraje distante cincuenta leguas, el Baqueano se para un momento, reconoce el horizonte, examina el suelo, clava la vista en un punto y se echa a galopar con la rectitud de una flecha, hasta que cambia de rumbo por motivos que sólo él sabe, y galopando día y noche llega al lugar designado."
Domingo Faustino Sarmiento, Facundo o Civilización y Barbarie en las Pampas Argentinas, Capítulo II, El baqueano, 1845.


Soldados

Cuerpo militar

El cuerpo militar estaba conformado por 14 jefes, 195 oficiales y 3778 soldados de tropa distribuidos en 6 unidades.

Los soldados eran los que iban al frente en las batallas, llevando fusil y espada. Eran los que entraban en batalla.


Fusilero del Batallón 7 de Infantería.
Cazador del Batallón 8 de Infantería.
  • Artillería (1 jefe, 16 oficiales y 241 soldados):
    • Batallón N° 3 del Regimiento de Artillería de la Patria, al mando del sargento mayor teniente coronel Pedro Regalado de la Plaza. Contaba con 10 cañones de 6 pulgadas, 2 obuses de 4 y 1/2 pulgadas, 4 piezas de montaña de 4 pulgadas y 2.000 tiros de cañón.

El 5 de enero de 1817 San Martín dispuso la jura a la Virgen del Carmen, nombrada patrona del Ejército de los Andes, y a la bandera homónima, proclamando a las tropas:

"¡Soldados! Esta es la primera bandera independiente que se bendice en América.
¡Soldados! ¿Jurad sostenerla muriendo en su defensa como yo lo juro?"


Oficiales

Los oficiales completaban su formación con clases teóricas en las que recibían instrucción en tácticas y estrategias europeas que muchos de ellos sabrían aplicar en la Campaña y en guerras posteriores.


Arrieros

Quiero contar una historia, que por tener "secretos de familia'', no daré el porqué. Pero si lo trascendente e interesante del relato, que hace a la historia de un San Juan de hace más de cien años. Esta historia tiene como actores a mi bisabuelo y mi tío abuelo. El primero, don José Acosta y segundo, don Celio Acosta Díaz, (hijo de doña Clara Díaz) oriundos y caracterizados vecinos de la antigua Jáchal. Eran arrieros de profesión. Se encargaban de trasladar ganado a Chile de un hacendado jachallero de apellido Zapata. También se llevaba fruta disecada y algunos vinos, agregando al ganado venido desde Córdoba. El arriero trasandino era el que llevaba ganado a Chile, utilizando la ruta de Agua Negra. Viajes que se hacían al comenzar la primavera por razones climáticas.  

Según mi abuela, Rosa Acosta Díaz (hija de don José) quien nos contaba sobre la profesión de su padre y el sufrimiento de su madre, estos viajes nunca duraban menos de tres meses, (por ahí viene el secreto). 
La misión de Celio era transitar la ruta a moderada distancia del grueso de los arrieros, por ser el más joven con apenas 17 años. Montaba la yegua madrina para inspeccionar el camino. Se le decía "El peón de la punta''. 


Por lo general eran de 15 a 20 arrieros los que trasladaban el ganado. Conocedores y acostumbrados de estas travesías, a la ruta, al clima, los preparativos debían de tenerse muy en cuenta. Llevaban ponchos muy largos que debían taparle las rodillas, por el frío. Eran confeccionados en lanas de vicuñas y ovejas, ahí, en Jáchal. Los panes, el charqui, el vino, la yerba mate, eran parte importante para el viaje. Mercadería que mi bisabuela debía proporcionar calculando el tiempo de ida, porque de regreso se proveían en Chile. La guitarra nunca faltaba. El agua era llevada por mulas en grandes vasijas de cada lado de su lomo, no obstante que en el camino habían muchos ríos de aguas dulces. 



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