CELEBRACIÓN BOLIVIANA DE "LA VIRGEN DE COPACABANA"

La celebración que se inició hace 32 años con una sola comparsa seguida por una amplificación a manera de banda musical, cuenta hoy con un programa organizado en el que se ha introducido las actividades deportivas, característica de las festividades del área rural.

Esta festividad en la actualidad se celebra por dos fines de semana consecutivos, con la participación de 54 fraternidades, que representan a diferentes barrios de la capital, al Gran Buenos Aires y a otras provincias.

Es sorprendente la calidad y sentimiento con la que bailan los paisanos. Es una entrada organizada fundamentalmente por comerciantes y pequeños productores que han establecido sólidos negocios en la Argentina y tienen la capacidad para “pasar una fiesta” que lleva bandas y trajes de Bolivia con todos los gastos pagados por dos semanas para los músicos y bordadores.

Pero más allá de la ostentación y el derroche, se reproduce en la Argentina una manifestación de reencuentro donde, en catorce manzanos el primer domingo después del 12 de octubre, se reconocen los paisanos, se reconcilian con sus costumbres y a manera de rito beben “la chicha”, comen chicharrón, charque y todo lo que se les presente y esté a su alcance.

“La colonia de bolivianos llena las calles y te encuentras con tus paisanos que no has visto hace años. Vienen de otras villas y puedes encontrar de todo lo que se ve aquí, chica, chicharrón, salteñas, igual que aquí”.

Charrúa es el espacio donde los bolivianos hacen alarde de lo típico y ancestral. Y al acabar esas dos semanas, nuevamente la gente se pierde en la rutina de la actividad y otro año pasa para el reencuentro si es que se vuelven a encontrar.

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